Pienso en el joven haitiano que está a mi lado en la foto de mi perfil. Me acuerdo de los maestros de la escuelita de sol en aquel pueblito gemelo de la ciudad de Bánica que no está en el mapa y que se llega atravesando el Paso del Caracol. Espero que puedan seguir enseñando a los niñitos de su patria a leer y a escribir por cincuenta goude al año pero sólo en época de sol porque su escuela no tiene techo ¿Y qué será del niñito, alumno de la escuelita de sol, el que vive en ese pueblo sin nombre y que cruza cada mañana a nuestro país a comprar un mabí y una masita para desayunar, comer y cenar porque sólo hace una comida? Y qué será de Juan, ese muchacho de madre haitiana y padre dominicano que siente tanta rabia contra nosotros y por eso no vive de este lado aunque le dicen "que tiene derecho"? Y qué será de tantas personas que ví en nuestros viajes a Haití y que no me dí la oportunidad de conocer? ¿Y qué será ahora Dios? Es que a tus elegidos los haces pasar por las calamidades por las que pasaste porque ellos son tan fuertes como Tú? ¿Es que los has salvado y nosotros, pobres ignorantes pensamos que están sufriendo? ¿Es que las víctimas del terremoto son ahora felices en algún lugar hermoso e inalcanzable para los imperfectos vivientes? Presiento que sí, que tanto dolor sólo es la parte trasera de la felicidad que da a ese otro sitio que nos está vedado porque para alcanzarlo hay que atravesar el largo túnel de la muerte que lleva a la verdadera vida. Ahora ellos lo saben. Están allí y no regresarán porque aquí la pasan muy mal.
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