Me puse a hacer zapping en una televisión sin cable y me di cuenta que sólo nos queda esperar pacientemente el cataclismo. Sólo hay que ver, sin analizar, por favor, los programas de factura criolla para darse cuenta que más malos ya no se puede ser; sólo hay que contemplar, sin analizar, por favor, las vallas de nuestros candidatos políticos para darse cuenta que más descarados no se puede aspirar a ser; sólo hay que ver la publicidad televisiva, juntando a los políticos con el talento criollo para hacer televisión, para llegar a la conclusión que esto aquí se acabó, que los dominicanos o nos extinguimos como los dinosaurios (con perdón para los difuntos) o nos reinventamos juyendo.
Hay un candidato al que no le falta hacer nada más por demostrar que es un delincuente sindicado, hay otros dos mil trecientos y picos que son semianalfabetos, subnormales, isquémicos, cortos de vista, de mente, de alma... Esto es como una película de zombies, no sabes cuál está infectado hasta que no trata de comerte el cerebro y si logra comértelo, no te das cuenta de nada porque ya eres uno de ellos y o comienzas a hacer campaña o pones un programa de televisión.
La nueva moda es repartir agua. Hay que sacarle partido a la sequía que nos está afectando desde hace unos meses, así que cogemos unos cuantos camioncitos, les pegamos nuestras fotos, les pintamos nuestro estúpido slogan (peor para tí si no te gusta) y poner rumbo a los barrios pobres, que hay que aliviarle la sed a ese pueblo tan sacrificado.
Y después critican a los nazis, digo, cualquiera tiene derecho a equivocarse de grupo, sobre todo si en ese momento no se podían hacer elecciones libres en República Dominicana, no?
No debe ser tan difícil reeducar a un pueblo porque aqui sólo llevan 49 años de labor (eso sí, contínua), y miren lo mucho que han logrado. Sólo hay que leer los periódicos, ver la televisión, escuchar la radio, caminar por las calles, subirse a una guagua, coger un carro público, comer en un picapollo... para darse cuenta del exitazo que ha sido la reprogramación del pueblo dominicano. Y eso en menos de cincuenta años.
Sólo nos queda cruzar los dedos y esperar pacientemente el cataclismo que ha de llegar, en forma de Diluvio, de Terremoto (¿Nos mereceremos tener nuestro propio terremoto?), de Elecciones Libres (jejeje. O bien, si se trata de soñar con un mundo mejor, vamos a creer que de repente cada padre, cada madre, coge a su hijo, a su hija y le empieza a hablar de futuro, de libertad, de conciencia, de crecimiento individual para el bien colectivo, de un mejor país (como si se tratase de un slogan), de que no hay que emborracharse oyendo al Bachatú a to' lo que da y reirse como si te hubiesen contado el mejor chiste de tu vida o hablar como si cien bocinas sonaran a la vez y tu interlocutor estuviese sordo, que no hay que andar con la cara amarrada todo el tiempo y buscando la manera de sacarle los chelitos del bolsillo al otro, que no hay que creer que las cosas se van a acabar si tú entras después que el de adelante, o creerte que para ser político hay que ser un ladronazo, o pasarte la Semana Santa cargando agua porque el candidato a Diputado de tu zona amarró con el don que abre la llave de paso de por tu barrio para que no te manden agua y así él poder aparecérsete con un camión cisterna como el gran salvador a llenarte los tanques a cambio de tu voto. Esas no son las cosas que define a un dominicano, eso no es lo que hay que hacer para demostrar que se es de esta tierra.
Ya sé que le hablo al vacío, ya sé que esto es inútil, ya sé que de nada sirve decirlo ahora cuando faltan tantos años para que la reprogramación pierda su efecto y volvamos a ser aquel pueblo que una vez se levantó a protestar porque le quitaron la democracia con la que soñó durante 31 años más todos los que sobran hasta llegar a 1844. Para el que diga que los dominicanos siempre hemos sido como somos ahora, que recuerde que también se dice que no se extraña lo que nunca se ha tenido, entonces ¿Por qué extrañamos ser como éramos antes?